Para todos los que aman los detalles para la suerte, hoy les quiero platicar sobre una tradición basada en piedras de río para los buenos deseos.
Esto comienza en que cada uno de los invitados de la boda recibe una piedra de río para transmitir sus mejores deseos a la pareja en esta nueva etapa. Después de la ceremonia, esa piedra debe volver al agua para otorgar a la pareja una vida llena de abundancia y felicidad.
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El origen de esto comienza en que el agua es un elemento que representa las emociones y el espíritu que siempre han jugado un papel importante en las bodas celtas, ya que eran muchas las ceremonias que se celebraban junto a ríos y lagos rodeados de paisajes naturales.
Las piedras, representan la tierra y el poder que tienen de anclar pensamientos y deseos. Es por eso que, durante la boda, los invitados sostenían las piedras entre sus manos y les transmitían los buenos pensamientos dedicados al nuevo matrimonio. Al devolverlas al agua significaba consolidar estos deseos para pedir prosperidad y fortuna.
Como todo las cosas evolucionan y hoy en día se pide a los invitados escribir en las piedras los deseos que tienen para después colocarlas en un jarrón de agua.
Algunas parejas cargan con ellas a la luna de miel y cada que se topan con un río o lago las regresan al agua para que se cumpla el deseo. Esta es una forma especial de concluir la bonita tradición que empezaron el día de su boda.